Atrás El ‘paciente invisible’: la IA en la detección de vulnerabilidad social

El ‘paciente invisible’: la IA en la detección de vulnerabilidad social

La Doctora en Farmacia y socia de Cofares, Mª Amparo Pérez Benajas, reflexiona sobre cómo la IA puede ser la solución a la socio-disponibilidad sistémica ética de los medicamentos.

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Escrito porRedacción MF

Publicado: 07 noviembre 2025

Durante mi asistencia al FIP World Congress 2025 en Copenhague, la ponencia de Kailash Swarna (Accenture Life Sciences) sobre ‘Connected care: Pharmacists on the frontier of digital health’ me llevó a reflexionar sobre una paradoja fundamental en nuestra práctica: mientras celebramos la accesibilidad universal del medicamento en España, existe una población invisible para quien esta accesibilidad es meramente teórica. Son los ‘pacientes invisibles’: personas con vulnerabilidades físicas, psíquicas o sociales para quienes el medicamento, aunque disponible en la farmacia, permanece funcionalmente inaccesible. 

La inteligencia artificial (IA) podría ser la herramienta que transforme la accesibilidad universal en lo que denomino socio-disponibilidad sistémica: un marco integrador donde la IA detecta, analiza y aborda las barreras sociales, culturales y económicas que impiden el acceso real al medicamento.

Sistemas como Florence (Generated Health_) ya demuestran cómo la IA puede mejorar resultados clínicos: 75% de reducción en readmisiones hospitalarias y mejoras significativas en adherencia terapéutica. Pero su potencial creo que va más allá del manejo de enfermedades crónicas. Estos analizadores de lenguaje natural podrían identificar patrones sutiles en el discurso del paciente –soledad no expresada, barreras culturales implícitas, señales de deterioro cognitivo incipiente– que revelan vulnerabilidades ocultas. La socio-disponibilidad sistémica que propongo utilizaría estos datos para crear una red de detección y apoyo que haga visible al ‘paciente invisible’, transformando la accesibilidad universal pasiva en una disponibilidad activa y personalizada del medicamento.

La FIP reconoce la sobrecarga de las farmacias comunitarias. La IA podría hacer económicamente viable la implementación de protocolos de detección sistemática, permitiendo identificar al ‘paciente invisible’ sin aumentar dramáticamente los costes operativos. Los algoritmos podrían señalar situaciones que requieren intervención humana especializada por el farmacéutico.

No obstante, emergen dilemas éticos fundamentales. Beauchamp y Childress enfatizan la complejidad de la autonomía personal. ¿Cómo garantizar un consentimiento verdaderamente informado cuando hablamos de análisis biométrico del lenguaje o expresiones faciales? Wingfield et al. (2004) demuestran que la confianza constituye el pilar de la relación farmacéutico-paciente. Introducir tecnología de vigilancia podría erosionar este vínculo. Como advierte Montori (2017), existe el riesgo del “solucionismo tecnológico”: sustituir la presencia humana compasiva por algoritmos eficientes pero impersonales.

La implementación de una solución IA para la socio-disponibilidad sistémica ética requeriría: transparencia absoluta sobre qué datos se recopilan y cómo se utilizan; formación del personal sobre sesgos algorítmicos; y auditorías regulares para prevenir discriminación. La IA debe amplificar, no reemplazar, la capacidad farmacéutica de cuidado. Como dijo Kailash Swarna en la conclusión de su ponencia, solo así, el futuro de la farmacia comunitaria podría integrar lo mejor de ambos mundos: el asistencial y el tecnológico.

 

 

Mª Amparo Pérez Benajas es doctora en Farmacia, nutricionista y experta en Salud Pública.