Herramientas para combatir la desinformación en salud
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Herramientas para combatir la desinformación en salud
Con la creciente preocupación por la salud personal, y los avances estratosféricos que tienen las nuevas tecnologías, la desinformación y las fake news se han adherido a esta tendencia alza. Pero, ¿podemos diferenciar entre un bulo e información real?

Escrito porRedacción MF
Publicado: 02 mayo 2024
El auge de las redes sociales ha supuesto un antes y un después en nuestras vidas. Gracias a ellas, la forma de comunicar ha cambiado y cualquiera puede labrarse su propia imagen y reputación en la red. Sin embargo, con la profesionalización de éstas, otras voces han ido surgiendo con el único propósito de monetizar sus publicaciones, incluso si esto conlleva a una mayor desinformación de la población.
La pandemia también supuso un punto de inflexión en este aspecto. Durante meses estuvimos recluidos en nuestras casas y recurrimos a las redes en busca de soluciones para entretenernos, aprender o estar informados sobre lo que pasaba en el mundo. Fue entonces cuando proliferaron las noticias falsas sobre la salud en relación con tratamientos potenciales, vacunas, curas, dietas, cosméticos, etc.
Es por eso que desde el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos y, concretamente, desde la Oficina del Cirujano General de los EEUU, lanzaron una guía para poder combatir la desinformación en salud. De esta guía se destacan en primera instancia una serie de cuestiones que hacernos antes de compartir cierta información:
- ¿Has verificado si las instituciones sanitarias oficiales han publicado alguna información relativa al tema en cuestión?
- ¿Has preguntado a algún profesional de la salud por información adicional?
- ¿Has buscado información en algún motor de búsqueda y encontrado fuentes fiables?
- Si la fuente procede de internet, ¿has revisado en su página el apartado ‘quiénes somos’ o conoces quién hay detrás de dicha información?
La desinformación puede venir de cualquier parte, ya sea desde un entorno físico o digital. Pero no siempre la desinformación tiene por qué ser completamente falsa. Desde esta guía hacen referencia también a otras formas de conducir a una desinformación a través de:
- Memes. Al principio se crearon como una broma, pero la rapidez en la que se comparte hacen a muchas personas creer que la información que transmiten es real.
- Sitios web aparentemente profesionales. A menudo, estos sitios se crean de forma que parezcan portales de noticias fiables pero que en realidad lo que buscan es hacer clickbait, es decir, a través de títulos sensacionalistas provocan nuestra curiosidad para que hagamos en click en determinados enlaces y dirigirnos a entornos con propósitos ajenos a nuestro interés principal.
- Citas textuales, estadísticas o gráficos. En ocasiones, la información procedente de éstos es real, pero es posible que también sea manipulada ocultando parte de la información y destacando aquello que se quiere resaltar. En caso de que nos salten las alarmas y nos cuestionemos si estas comunicaciones son reales, es recomendable buscar el contexto para poder verificar que sea cierta.
- Fotos antiguas que resurgen como si fueran actuales.
- Vídeos editados para manipular el mensaje.
Paradójicamente, a pesar de encontrarnos en una época en la que nos encontramos sobreinformados, no siempre contrastamos bien esta información antes de remitirla a algún familiar, amigo o conocido. Para futuras ocasiones, recuerda contrastarla en sitios verificados o con tu sanitario de confianza y no compartas si no estás seguro.