Redes sociales y SIBO, una combinación que exige atención desde la farmacia
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Redes sociales y SIBO, una combinación que exige atención desde la farmacia
El incremento de contenidos sobre salud digestiva en plataformas digitales ha disparado el autodiagnóstico de SIBO, donde el profesional farmacéutico juega un papel clave en la educación sanitaria y el control de la automedicación.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 29 agosto 2025
El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (conocido como SIBO) ha ganado una gran visibilidad en redes sociales en los últimos años. Esta condición, que se produce cuando bacterias propias del colon proliferan de forma anómala en el intestino delgado, está siendo objeto de una notable atención en plataformas como Instagram, TikTok o YouTube, donde proliferan contenidos que describen sus síntomas, recomiendan dietas o suplementos y promueven pruebas diagnósticas no supervisadas. Esta creciente presencia digital ha generado un aumento del autodiagnóstico por parte de los usuarios y, con ello, un incremento de las consultas en farmacia comunitaria.
El SIBO puede provocar síntomas como distensión abdominal, flatulencia, diarrea, estreñimiento, dolor abdominal y, en los casos más avanzados, malabsorción de nutrientes y pérdida de peso. Sin embargo, estos síntomas también pueden estar presentes en otras patologías digestivas, como el síndrome del intestino irritable, intolerancias alimentarias o disbiosis intestinal, lo que hace que el diagnóstico de SIBO no pueda establecerse únicamente por la sintomatología percibida. A pesar de ello, numerosos pacientes se presentan en la farmacia convencidos de padecer esta condición, influenciados por contenidos no siempre rigurosos difundidos en redes sociales.
La creciente presencia digital del SIBO ha generado un aumento del autodiagnóstico por parte de los usuarios
Este fenómeno supone un riesgo y uno de los principales problemas es la utilización sin control médico del test de aliento, prueba no invasiva que mide la producción de hidrógeno y metano tras la ingesta de sustratos como lactulosa o glucosa. Aunque esta técnica se emplea en la práctica clínica, presenta limitaciones importantes: su interpretación debe hacerse dentro de un contexto clínico completo, ya que puede dar lugar a falsos positivos si no se acompaña de una historia clínica detallada y un examen médico adecuado.
En este contexto, el papel del farmacéutico resulta especialmente relevante. A diario, profesionales del ámbito comunitario se enfrentan a pacientes que solicitan productos para tratar un SIBO autodiagnosticado, como antibióticos de uso restringido, probióticos, enzimas digestivas o complementos vinculados a pautas dietéticas como la dieta baja en FODMAPs. Ante esta situación, el farmacéutico debe ejercer su función como agente sanitario de primer nivel: informar con evidencia, prevenir el uso inadecuado de medicamentos y derivar al paciente cuando sea necesario.
El farmacéutico debe informar con evidencia, prevenir el uso inadecuado de medicamentos y derivar al paciente cuando sea necesario
El uso de antibióticos como la rifaximina está indicado únicamente tras un diagnóstico médico firme, y su administración sin supervisión puede contribuir a la aparición de resistencias o enmascarar otras patologías subyacentes. Además, seguir dietas restrictivas sin un abordaje nutricional profesional puede derivar en déficits nutricionales y empeoramiento del estado de salud general. En muchos casos, el farmacéutico puede ser la primera figura sanitaria en advertir estos riesgos, actuar de forma preventiva y orientar al paciente hacia la consulta médica.
El tratamiento del SIBO debe ser siempre individualizado y respaldado por una evaluación clínica completa. Es fundamental identificar y tratar posibles factores predisponentes, como intervenciones quirúrgicas previas, alteraciones anatómicas, hipomotilidad intestinal, enfermedades metabólicas o el uso prolongado de inhibidores de la bomba de protones. Sin este análisis, los tratamientos son incompletos y, en muchos casos, innecesarios.
La popularización del SIBO en redes sociales refleja una tendencia creciente: la medicalización de síntomas comunes a través de fuentes no profesionales. Ante esta realidad, la farmacia comunitaria desempeña un papel fundamental, no solo como punto de información fiable, sino también como barrera frente al sobrediagnóstico, la automedicación y la desinformación. Reforzar el rol educativo del farmacéutico es clave para garantizar una atención segura, basada en la evidencia y centrada en el paciente.