El farmacéutico, aliado esencial frente al vitíligo

El vitíligo afecta a entre el 0,5% y el 2% de la población mundial. Este trastorno cutáneo autoinmune se caracteriza por la pérdida de pigmentación en determinadas zonas de la piel. Y, aunque no compromete la salud física, su impacto emocional y social puede ser profundo, especialmente en pacientes jóvenes o en aquellos con lesiones visibles. En este contexto, el farmacéutico comunitario desempeña un papel clave no solo en el seguimiento terapéutico, sino también en la mejora de la calidad de vida del paciente.

Tradicionalmente, el abordaje del vitíligo se ha basado en tratamientos tópicos como los corticoides o inhibidores de la calcineurina, junto con fototerapia. Sin embargo, en los últimos años, la investigación ha avanzado con nuevas alternativas terapéuticas. En 2023, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) aprobó el uso de ruxolitinib en crema como primer tratamiento autorizado en Europa para repigmentar lesiones en pacientes a partir de 12 años con vitíligo no segmentario.

Este avance, aunque esperanzador, plantea nuevos retos en la práctica farmacéutica: desde la correcta dispensación hasta el seguimiento estrecho de la adherencia y los posibles efectos adversos.

En 2023, la AEMPS aprobó el uso de ruxolitinib en crema como primer tratamiento autorizado en Europa para repigmentar lesiones en pacientes a partir de 12 años con vitíligo no segmentario

El farmacéutico es un profesional sanitario cercano, accesible y con la capacidad de detectar necesidades no cubiertas en pacientes con enfermedades de la piel como el vitíligo. Su labor va más allá del acto de dispensación: muchos pacientes acuden en busca de asesoramiento sobre productos dermocosméticos, protección solar específica y pautas de aplicación que potencien los efectos del tratamiento médico.

Asimismo, es fundamental el rol educativo del farmacéutico en la desestigmatización del vitíligo. Informar sobre la naturaleza no contagiosa de la enfermedad, reforzar el valor del tratamiento continuado y proporcionar herramientas para afrontar el impacto psicológico son acciones que repercuten directamente en la salud emocional del paciente.

Así, el profesional de farmacia se plantea como una figura clave en el abordaje integral del vitíligo. Su acompañamiento cercano y especializado contribuye no solo al éxito terapéutico, sino también a empoderar al paciente en el cuidado de su piel, su imagen y su bienestar. A medida que surgen nuevas opciones de tratamiento y crece la conciencia social sobre esta condición, su papel como agente de salud se vuelve aún más imprescindible.