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La educación en salud, el otro rol vital del farmacéutico

Más allá de las dispensaciones, la formación de la población en el cuidado de su salud es clave en la prevención y contribuye a la sostenibilidad del sistema sanitario.

La educación en salud, el otro rol vital del farmacéutico

Escrito porRedacción MF

Publicado: 17 diciembre 2024

Por su cercanía y su accesibilidad, los farmacéuticos comunitarios también tienen una función esencial en la concienciación y formación de los ciudadanos a la hora de promocionar su salud. Algo tan básico como fomentar e informar sobre los hábitos de vida saludables que cualquier grupo poblacional puede llevar a cabo sin necesidad de usar tratamientos: dietas sanas, hacer deporte o eliminar el consumo de sustancias tóxicas (alcohol, tabaco…).

Desde la oficina de farmacia se cumple un papel multifacético. Esta cualidad va desde la información sobre medicamentos, pasando por la educación preventiva y la promoción de la salud. Tiene especial relevancia en patologías muy prevalentes, como las enfermedades cardiovasculares (hipertensión arterial), la diabetes o las de tipo mental.

Si bien desde organismos internacionales se fomenta la extensión de la educación para la salud desde las etapas iniciales de la vida, en la etapa adulta también es clave incidir sobre la necesidad de adoptar hábitos de vida saludables y, en especial, en aquellos grupos de riesgo (mayores, personas inmunodeprimidas o con varias comorbilidades). 

La transmisión del conocimiento a los pacientes para que estos disminuyan cualquier factor de riesgo que pueda propiciar la aparición de enfermedades es uno de los objetivos hacia los que cada vez más se orientan las políticas sanitarias. Tanto prevención como promoción de la salud se enmarcan en las bases de un Sistema Nacional de Salud (SNS) sostenible.

Y la participación de los profesionales de farmacia comunitaria es un eje importante a la hora de aportar conocimientos tanto de las patologías que puedan tener los pacientes, como también de saber el cómo prevenirlas o tratarlas. 

Formación para derribar obstáculos

Si bien las cualidades que puede aportar el farmacéutico en la educación en salud están bien definidas, solo son posibles si el profesional está bien formado. De ahí que la oferta formativa respecto a la formación en prevención y promoción de la salud haya aumentado considerablemente desde hace más de una década.

Quizá una de las cuestiones fundamentales pasa por limar las potenciales barreras que pueda haber en la botica entre el profesional y el paciente. Los primeros, a la hora de saber transmitir de forma clara, concisa y cercana información que, en ciertas situaciones, es compleja. Es decir, traducirla para que sea comprensible para cualquier tipo de perfil. 

A su vez, es necesario que el profesional farmacéutico esté en constante adquisición y actualización de nuevos conocimientos sobre las patologías más comunes, los nuevos tratamientos a los que pueden acceder los pacientes y las nuevas estrategias de prevención fácilmente aplicables por cualquier persona en su día a día.

Además, en determinados pacientes se puede dar una resistencia al cambio o adoptar nuevos hábitos de vida. En estos casos, el farmacéutico ha de conocer las herramientas adecuadas para adaptarse a cada situación y apostar por una cultura que permita integrar prácticas innovadoras y efectivas en el día a día de la botica.