Atrás Las secuelas que deja el Covid-19 cinco años después de la infección aguda

Las secuelas que deja el Covid-19 cinco años después de la infección aguda

Estudios recientes revelan disfunción multisistémica y mayor riesgo de comorbilidades crónicas en supervivientes de Covid-19.

Las secuelas que deja el Covid-19 cinco años después de la infección aguda

Escrito porRedacción MF

Publicado: 17 marzo 2025

Cinco años después del inicio de la pandemia por SARS-CoV-2, la comunidad médica continúa enfrentándose a las consecuencias a largo plazo de la infección. Investigaciones recientes han confirmado que un número significativo de pacientes presenta síntomas y complicaciones crónicas que persisten mucho después de haber superado la fase aguda de la enfermedad. Esta realidad ha consolidado al Covid persistente o long Covid como una entidad clínica con repercusiones multisistémicas.

Los datos actuales indican que entre el 10% y el 20% de los pacientes infectados continúan reportando síntomas debilitantes más allá de los tres meses posteriores a la infección inicial, y en algunos casos, estos síntomas se han mantenido durante años. Las manifestaciones clínicas abarcan múltiples sistemas orgánicos, lo que ha generado la necesidad de un abordaje médico integral y prolongado.

En el ámbito respiratorio, se ha observado una persistencia de disnea y una disminución de la capacidad pulmonar. Un estudio publicado en The Lancet informó que, a los 12 meses de seguimiento, el 30% de los pacientes que habían sido hospitalizados por Covid-19 aún experimentaban dificultades respiratorias, lo que sugiere una afectación pulmonar a largo plazo.

Tras un año, casi uno de cada tres pacientes que ingresaron por Covid-19 aún experimentaba dificultades respiratorias

A nivel cardiovascular, las secuelas incluyen un aumento en la incidencia de miocarditis, arritmias y tromboembolismo venoso. Investigaciones han documentado que la Covid-19 puede causar complicaciones en el miocardio y el pericardio, lo cual puede provocar manifestaciones clínicas como disnea, fatiga y arritmias.

El sistema nervioso central también se ha visto afectado, con reportes crecientes de trastornos cognitivos, denominados coloquialmente como “niebla mental”, cefaleas crónicas y alteraciones del estado de ánimo, como ansiedad y depresión. Estos síntomas impactan significativamente la calidad de vida de los afectados y requieren un manejo específico dentro de las unidades de neurología y salud mental. Un estudio publicado en Nature Medicine encontró que pacientes hospitalizados por Covid-19 presentaban una disminución en sus funciones cognitivas un año después de la infección, asociada a una reducción del volumen de la materia gris en ciertas regiones del cerebro.

Asimismo, se han identificado alteraciones metabólicas y endocrinas que incluyen desregulación de la glucosa, disfunción tiroidea y exacerbación de enfermedades metabólicas preexistentes. Aunque la severidad de las complicaciones respiratorias a largo plazo relacionadas con la Covid-19 todavía se encuentra en estudio, un cierto porcentaje de pacientes que han pasado el periodo de convalecencia tras la fase aguda de la enfermedad continuaría sufriendo síntomas respiratorios.

Los especialistas coinciden en la necesidad de implementar programas de seguimiento a largo plazo y desde un enfoque multidisciplinar

Frente a este escenario, los especialistas en medicina interna, neumología, cardiología y neurología coinciden en la necesidad de implementar programas de seguimiento prolongado y multidisciplinar para los pacientes post-Covid-19. La recomendación es realizar evaluaciones clínicas periódicas, con especial atención a los sistemas más frecuentemente comprometidos. La rehabilitación pulmonar, la valoración cardiológica regular y el apoyo neurocognitivo y psicológico forman parte del abordaje integral propuesto en las guías más recientes.

Así, el Covid persistente se ha consolidado como un síndrome de impacto crónico, con consecuencias relevantes en la morbilidad y mortalidad de los pacientes afectados. La investigación continúa siendo esencial para comprender los mecanismos fisiopatológicos subyacentes y para el desarrollo de estrategias terapéuticas específicas que permitan mitigar sus efectos a largo plazo.