Perspectivas económicas para 2023: claves para afrontar el año nuevo

El año 2022 ha sido muy complejo desde el punto de vista económico, ya que se han vivido situaciones que no se experimentaban desde hacía décadas. Ese es el caso de unos datos de inflación de dos dígitos o una brusca subida de los tipos de interés para intentar frenarla. 

La evolución del nuevo año dependerá en gran parte de cómo se resuelvan todas las cuestiones que han quedado abiertas. La primera de estas cuestiones es la evolución de la inflación, ya que es la variable que va a condicionar a todas las demás.

Los últimos meses de 2022 ya han mostrado un menor crecimiento de los precios en la mayoría de las economías desarrolladas, aunque se encuentra aún en cifras muy elevadas, por encima del 6 % en la mayoría de los casos. No hay que olvidar que el objetivo de inflación del BCE es del 2 %, por lo que nos encontramos aún muy alejados de esa cifra. También hay que tener en cuenta que, debido al menor crecimiento de los precios de la energía en los últimos meses, la mayor parte del incremento del IPC proviene de la inflación subyacente, que es mucho más complicada de dominar.

La evolución de la inflación va a condicionar la política de tipos de interés que apliquen los bancos centrales. Si realmente se produce una reducción significativa de la inflación los bancos centrales podrían moderar las subidas de tipos de interés o incluso interrumpirlas, de forma que los tipos de interés tocarían techo a lo largo del año. No es previsible que se produzca un descenso de tipos de interés a lo largo del ejercicio, salvo que las principales economías occidentales entrasen en una situación de recesión y fuesen necesarias medidas de reactivación.

Evolución de la actividad económica

El siguiente elemento clave de 2023 será la evolución de la actividad económica. La intensa subida de los tipos de interés a lo largo de los últimos meses está frenando el crecimiento de las economías desarrolladas, al encarecer el crédito y dificultar por tanto las transacciones entre los agentes económicos. Es de esperar para el año nuevo un escenario de escaso crecimiento del PIB, sin descartar una posible recesión técnica.

El nuevo entorno de tipos de interés puede tener un efecto marcadamente más negativo en los países más endeudados, como es el caso de España.  La subida de los tipos provocará que sea más costoso para los estados la refinanciación de la deuda que vaya venciendo a lo largo del ejercicio, lo que se verá agravado por la decisión del BCE de limitar las compras de deuda pública como parte de sus medidas de lucha contra la inflación.

Como consecuencia de lo anterior, es también posible que sea necesario llegar a algún tipo de ajuste del gasto público. Si el dato de déficit público español se empezase a disparar como consecuencia de una recaudación inferior a la estimada en los Presupuestos Generales, o bien de un incremento del gasto público, es posible que Bruselas presione al gobierno español para que trate de reducir ese desfase. Este ajuste fiscal, si bien poco probable en año electoral, tendría un efecto negativo adicional sobre el crecimiento del PIB.

En resumen, el nuevo año que comienza también va a ser complejo desde el punto de vista económico. Las variables claves que previsiblemente van a condicionar a todas las demás serán la inflación y el efecto de la subida de tipos de interés sobre la actividad económica.