La evolución del tratamiento de enfermedades reumáticas: de los antiinflamatorios a las terapias biológicas
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La evolución del tratamiento de enfermedades reumáticas: de los antiinflamatorios a las terapias biológicas
El arsenal terapéutico se ha ampliado en los últimos años con innovaciones farmacológicas que colocan al farmacéutico como actor clave en el seguimiento y uso seguro de estos tratamientos.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 09 octubre 2025
Más de una de cada cuatro adultos en España padece alguna enfermedad reumática. Con motivo del Día Mundial, que se conmemora cada 12 de octubre, los expertos recuerdan la importancia de un tratamiento adecuado y supervisado para frenar la progresión de estas patologías y mejorar la calidad de vida.
Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), existen más de 200 enfermedades reumáticas, como la artritis reumatoide, la artrosis o el lupus. Todas comparten el dolor y la inflamación como síntomas principales, pero cada una requiere un abordaje farmacológico específico. Ante esta alta prevalencia y su impacto en la calidad de vida, los avances terapéuticos han transformado el manejo de estas patologías, pasando de tratamientos meramente sintomáticos a fármacos capaces de modificar la evolución de la enfermedad.
El gran avance en el tratamiento de las enfermedades reumáticas lo representan los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME). Los convencionales frenan la progresión del daño articular y ayudan a mantener la funcionalidad de las articulaciones.
Por su parte, los biológicos actúan bloqueando moléculas específicas del sistema inmune y han cambiado el pronóstico de muchas patologías. Además, la llegada de biosimilares está facilitando el acceso a estos tratamientos de alta eficacia con un menor coste para el sistema sanitario.
Hay tres tipos de FAME: los tratamientos convencionales, los biológicos (y biosimilares) y los sintéticos dirigidos
Además, los sintéticos dirigidos ofrecen una alternativa en pacientes que no responden a otras terapias, aunque requieren un seguimiento médico estrecho por su perfil de seguridad.
En patologías concretas, como la gota, se emplean medicamentos específicos y fármacos que reducen el ácido úrico para prevenir nuevos brotes y complicaciones.
Farmacia, dique ante la desinformación
Es fundamental no abandonar los tratamientos prescritos y evitar productos sin evidencia científica que prometen “curar el reuma”. Su uso puede retrasar el control de la enfermedad y causar daño irreversible en las articulaciones. En este sentido, la farmacia comunitaria juega un papel esencial al informar, detectar efectos adversos y reforzar la adherencia a la medicación.
Además, con la llegada de nuevas terapias y la creciente disponibilidad de biosimilares, la recomendación profesional resulta clave para un uso seguro y racional de los fármacos. La individualización del tratamiento, el seguimiento cercano y la educación sanitaria son hoy las grandes prioridades para mejorar la vida de los pacientes reumáticos.