Turbonutricionismo: cuando el nutriente eclipsa al alimento
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Turbonutricionismo: cuando el nutriente eclipsa al alimento
La fiebre por las proteínas ha dado paso al turbonutricionismo, una tendencia que reduce la comida a cifras y nutrientes. El farmacéutico es clave para detectar este trastorno y guiar al paciente hacia una alimentación equilibrada y consciente.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 02 septiembre 2025
En los últimos años, cada vez son más los eslóganes nutricionales que aparecen en el embalaje de los alimentos. “Alto en proteínas”, “con fibra” o “bajo en grasa” son algunos de los reclamos que han dejado de describir al alimento para presentar un nutriente como protagonista absoluto. Esta tendencia, que ya conocíamos como nutricionismo, ha evolucionado hacia un fenómeno más intenso todavía: el turbonutricionismo.
Las personas que tienen este tipo de trastorno no se fijan en el alimento como un conjunto de nutrientes, sino que la decisión de ingerirlo está condicionada por la cantidad exacta de gramos que contiene cadauno de ellos. El producto se reduce a un dato de laboratorio, mientras el contexto culinario y cultural queda relegado a un segundo plano. Lo que antes era una receta apetecible, hoy se presenta como una ecuación matemática.
Las proteínas están de moda
Entre todos los nutrientes, actualmente destacan las proteínas, que han logrado una popularidad alta en muy poco tiempo. Si antes su consumo estaba ligado a deportistas y culturistas, ahora invaden las estanterías del supermercado, donde ya es muy común ver yogures, panes, cereales y hasta agua embotellada rica en proteínas. El mensaje que se obtiene de este auge de productos + proteínas es que cuanta más cantidad lleve el alimento de este nutriente equivale a más salud, aunque no en todos los casos es cierto.
El problema no está en la proteína en sí, sino en su uso como reclamo publicitario sin un contexto. Muchos productos ultraprocesados se disfrazan de saludables por incluir este nutriente, dejando a un lado otras opciones más naturales y completas como el pescado, las legumbres o los huevos.
El turbonutricionismo hace que la población evalúe lo que come según números, como gramos, porcentajes o calorías, y no por criterios como la calidad, el origen o el grado de procesamiento. Esta mentalidad puede promover la dependencia de productos industriales, muchas veces con exceso de azúcares, grasas poco saludables o aditivos innecesarios.
El papel crucial del farmacéutico
Con toda esta situación, el farmacéutico se convierte en una figura de gran valor. Y es que su formación le permite detectar y filtrar la avalancha de mensajes comerciales y ofrecer información veraz a los pacientes que acuden a ellos. Desde el mostrador se puede:
- Explicar la diferencia entre necesidades reales de proteínas y las cifras que maneja la industria.
- Orientar sobre fuentes naturales y equilibradas de este nutriente.
- Detectar modas dietéticas potencialmente peligrosas para la salud a largo plazo.
- Recomendar hábitos de alimentación basados en evidencia científica, no en campañas de marketing.
Cómo detectar el turbonutricionismo en la farmacia
La farmacia también es un punto clave para detectar posibles casos de turbonutricionismo. Y para poder actuar de forma preventiva y educativa, el farmacéutico puede fijarse en ciertos indicadores en el discurso y comportamiento de los pacientes:
- Lenguaje excesivamente técnico: uso de términos como “macros”, “gramos por kilo de peso” o “déficit proteico” sin una base clínica real.
- Preferencia por productos enriquecidos frente a alimentos frescos: elección recurrente de barritas, batidos y snacks “altos en proteína” en lugar de opciones naturales.
- Preocupación desproporcionada por un solo nutriente: minimizar la importancia de otros elementos de la dieta como fibra, grasas saludables o micronutrientes.
- Compra frecuente de complementos proteicos sin supervisión: especialmente en personas sin actividad física intensa que lo justifique.
- Referencia continua a redes sociales o influencers como fuente principal de información nutricional.
- Conductas restrictivas o miedo a ciertos alimentos por no “cumplir” con el perfil proteico deseado.
Ante estos casos, el farmacéutico debe advertir a los pacientes de los posibles riesgos que puede conllevar este tipo de alimentación, ofrecer información equilibrada, materiales educativos y, si es necesario, derivar a un dietista-nutricionista.