Cómo evitar la somnolencia y los problemas causados por medicamentos al viajar en verano
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Cómo evitar la somnolencia y los problemas causados por medicamentos al viajar en verano
Los farmacéuticos comunitarios tienen un rol esencial para identificar los fármacos con efectos sobre el sistema nervioso, que podrían derivar en incidentes en vacaciones.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 31 julio 2025
El inicio de las vacaciones trae consigo desplazamientos largos, altas temperaturas, horarios irregulares y una relajación de rutinas que, en ciertos casos, puede interferir con los tratamientos farmacológicos habituales. Este contexto obliga a los profesionales sanitarios, y muy especialmente a los farmacéuticos, a reforzar la revisión de la medicación en pacientes que van a viajar, ya que algunos fármacos pueden comprometer directamente la seguridad, especialmente al volante.
La somnolencia, los mareos, la descoordinación o la disminución de los reflejos pueden ser efectos secundarios relevantes de medicamentos comunes y, en combinación con calor, alcohol o fatiga, su impacto puede verse amplificado. Esto se traduce en un riesgo real para la conducción y para la salud general durante los desplazamientos estivales. Por ello, revisar también la medicación debe ser parte del plan de viaje.
Medicamentos con efecto sobre el sistema nervioso, más comunes de lo que se piensa
Entre los fármacos con potencial para afectar la capacidad de conducción o causar alteraciones en el estado de alerta se encuentran los antihistamínicos sedantes, las benzodiacepinas, los opioides, los relajantes musculares y ciertos antidepresivos, antipsicóticos o hipnóticos. Algunos de ellos que se recetan con frecuencia en verano, como es el caso de los antihistamínicos utilizados para cuadros alérgicos, en sus formulaciones de primera generación pueden inducir somnolencia. También se da el caso de pacientes que inician hipnóticos o ansiolíticos para combatir el insomnio o el nerviosismo antes de un viaje largo.
Según advierte la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), este tipo de fármacos puede reducir significativamente la capacidad para conducir o manejar maquinaria, provocando efectos que se prolongan incluso al día siguiente de su administración. Se recomienda no tomar ningún medicamento nuevo por primera vez antes de conducir, y evitar la automedicación durante el viaje sin consultar previamente con un profesional sanitario.
Un riesgo que va más allá del volante
Aunque la conducción es una de las situaciones más críticas en las que los efectos de estos medicamentos pueden tener consecuencias graves, los riesgos no se limitan al tráfico. Las altas temperaturas, la deshidratación, los cambios en la alimentación y el ritmo circadiano pueden potenciar los efectos adversos de muchos tratamientos. Asimismo, los viajes largos, especialmente en avión, aumentan la posibilidad de interacciones o descompensaciones si no se planifica correctamente la pauta terapéutica.
Además, el 25% de los medicamentos que se consumen en España puede tener efectos negativos sobre la capacidad de conducción, una cifra respaldada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y la Dirección General de Tráfico (DGT). Además, se ha documentado un aumento progresivo de la presencia de psicofármacos en víctimas de accidentes de tráfico, pasando del 6% en 2017 al 15% en 2023, según datos del Instituto Nacional de Toxicología.
El papel activo del farmacéutico
Ante este escenario, la intervención del farmacéutico comunitario resulta esencial. No se trata únicamente de dispensar el medicamento, sino de acompañar al paciente en la revisión de sus tratamientos en el contexto concreto del viaje: duración, medio de transporte, clima del destino, acceso a centros de salud y cambios en los horarios. Informar sobre los posibles efectos adversos, comprobar si hay alternativas sin efecto sedante y alertar sobre la interacción con alcohol u otros fármacos son acciones clave que pueden prevenir incidentes evitables.
El farmacéutico también puede recomendar iniciar ciertos tratamientos con antelación a la salida para comprobar tolerancia, especialmente si se trata de fármacos que el paciente no ha tomado antes. Así, estas recomendaciones pueden marcar la diferencia entre un viaje tranquilo y un episodio de riesgo.