Cómo el movimiento y el ejercicio físico ayudan a los niños con TDAH a concentrarse y regularse
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Cómo el movimiento y el ejercicio físico ayudan a los niños con TDAH a concentrarse y regularse
Cada vez más estudios muestran que moverse no distrae a los niños con TDAH, sino que les ayuda a regularse, concentrarse mejor y afrontar el día con mayor serenidad.
Escrito porRedacción MF
Publicado: 03 diciembre 2025
Durante años se pensó que para que un niño pudiera concentrarse debía permanecer quieto. Sin embargo, estudios recientes indican lo contrario: el movimiento no distrae, regula. En el caso de los niños con Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), la actividad física puede incluso convertirse en una herramienta útil para mejorar su foco, su rendimiento escolar y su bienestar emocional.
El farmacéutico puede orientar a las familias sobre cómo se puede complementar la actividad física con hábitos saludables y con el seguimiento de tratamientos, en el caso de que los hubiera.
El movimiento como organizador de la atención
Nuevas investigaciones coinciden en que los niños con TDAH no tienen un “déficit” de atención como tal, sino dificultades para filtrar, priorizar y sostener la información relevante.
Los expertos en salud mental infantil señalan que muchos niños necesitan moverse para controlar su propio cuerpo, organizar sensaciones y lograr un mejor enfoque. Para muchos de ellos, la actividad física sirve como un “ancla” que favorece la autorregulación y reduce la impulsividad.
Desde el mostrador se puede asesorar sobre complementos nutricionales o pautas de hidratación y sueño que potencien los efectos de la actividad física en la concentración y el bienestar general de los niños con TDAH.
Además, desde el punto de vista neuroquímico, el ejercicio ayuda a liberar endorfinas y otros neurotransmisores que mejoran la atención, regulan la ansiedad y estabilizan el estado de ánimo.
No todos los niños necesitan el mismo tipo de movimiento
Por todos es conocido que el ejercicio regular mejora funciones ejecutivas clave, como la memoria de trabajo o la planificación, y tiene un impacto directo sobre la autoestima. Esto es esencial en niños que a menudo reciben más señales de “error” que de acierto.
El TDAH no se presenta igual en todos los niños. Por eso, los especialistas en psiquiatría infantil y terapeutas ocupacionales insisten en la importancia de que se lleve a cabo una evaluación personalizada que permita:
- Identificar si los problemas de atención provienen de alteraciones en las funciones ejecutivas (corteza prefrontal).
- Conocer si existe un problema en la integración sensorial, es decir, en cómo el niño procesa el equilibrio, el tacto o la propiocepción.
En función del perfil, las necesidades de movimiento pueden variar: no es lo mismo un niño que requiere saltos o impacto para regularse, que uno que responde mejor a actividades de equilibrio o a ejercicios lentos.
Ejercicios que más pueden ayudar
El enfoque recomendado a la hora de que los niños con TDAH practiquen ejercicio es que sea de manera inclusiva y no competitiva. Muchos niños con este trastorno evitan el deporte tradicional porque se sienten torpes o fuera de ritmo. El objetivo es que el movimiento sea una experiencia placentera, no estresante.
Aunque no existe una única fórmula, existen varios tipos de actividad física que han demostrado causar beneficios en la atención infantil:
- Movimientos aeróbicos: son los más recomendados ya que favorecen la regulación emocional, ayudan a mantener el foco y la canalización de la energía. Algunos de ellos son correr, nadar, montar en bicicleta o los deportes en equipo al aire libre.
- Actividades cuerpo-mente: ejercicios de equilibrio o de core, ideales para trabajar la postura, el control motor y la calma. Son el yoga o el taichí.
- Deportes con integración sensorial: son los que ayudan a fortalecer el vínculo con el cuerpo y mejorar la coordinación. Algunas de estas actividades son la natación, la escalada o la equitación.
- Actividades cognitivas complementarias: no tienen efecto directo en la hiperactividad, pero pueden mejorar la concentración, la planificación y la toma de decisiones. Son la práctica de ajedrez u otros juegos de estrategia.
La escuela: cuando moverse es parte del aprendizaje
Cada vez son más los centros educativos que incorporan cambios que permiten integrar el movimiento al aprendizaje, como es el caso de:
- Escritorios con pedales.
- Pausas activas cortas durante la clase.
- Espacios para estiramientos o movilidad controlada.
- Rotaciones de actividad para evitar la fatiga atencional.
Estas estrategias ayudan a reducir la ansiedad y pueden mejorar el rendimiento académico de los más pequeños. El aprendizaje significativo necesita experiencia física, juego, movimiento y exploración. En cambio, limitar recreos o restringir juegos activos puede aumentar la frustración.
El papel del farmacéutico
El farmacéutico puede desempeñar un rol estratégico al acompañar a las familias en la integración del ejercicio físico dentro de la rutina de los niños con TDAH. Puede informar sobre hábitos saludables, pautas de nutrición, hidratación y sueño, así como sobre el seguimiento correcto de la medicación cuando corresponda.
Además, puede orientar sobre recursos locales, actividades adaptadas, programas deportivos inclusivos y estrategias que ayuden a reforzar la autorregulación y la concentración. Su conocimiento y cercanía con las familias lo convierten en un aliado clave para que el movimiento sea efectivo, seguro y sostenible a largo plazo.