Mononucleosis infecciosa: cómo abordar la enfermedad del beso desde la farmacia
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Mononucleosis infecciosa: cómo abordar la enfermedad del beso desde la farmacia
La mononucleosis, también conocida como la enfermedad del beso, afecta cada año a 25.000 personas en España. El abordaje desde la farmacia se centra en el alivio sintomático y la educación sanitaria.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 29 abril 2025
La mononucleosis infecciosa, conocida de forma coloquial como la enfermedad del beso, es una infección viral que afecta de manera habitual a adolescentes y adultos jóvenes. Su método de transmisión es principalmente por el contacto directo con la saliva de una persona infectada, de ahí proviene su nombre.
Aunque suele resolverse sin problemas mayores, son muchos los pacientes que acuden a la farmacia con numerosas consultas, donde el farmacéutico desempeña un papel esencial tanto en el asesoramiento como en la educación sanitaria.
En España se estima que se producen más de 25.000 casos de mononucleosis al año, aunque muchos de ellos no se llegan a registrar porque son confundidos con otros procesos víricos de corta duración, lo que hace pensar que la incidencia real es superior.
Síntomas de la mononucleosis
La enfermedad del beso suele estar provocada por el virus de Epstein-Barr (VEB), responsable de más del 90% de los casos. En un porcentaje menor, hay casos por citomegalovirus (CMV), que provoca cuadros más leves y a menudo sin síntomas, especialmente en personas con un sistema inmunitario sano.
Los síntomas más habituales que se producen durante esta infección son la fiebre, dolor de garganta, inflamación de ganglios linfáticos (especialmente en el cuello) y una sensación de fatiga persistente. En la mayoría de los casos, estas manifestaciones suelen desaparecer en un plazo de 2 o 3 semanas, aunque el cansancio puede prolongarse hasta incluso tres meses.
Tratamiento sintomático: el enfoque desde la farmacia
El tratamiento de esta infección está centrado en controlar la fiebre, el dolor y el malestar general, con principios activos como el paracetamol y el ibuprofeno. No se recomienda el uso rutinario de corticosteroides, ya que no existe evidencia sólida sobre su efectividad en casos no complicados.
En infecciones por citomegalovirus, el tratamiento antiviral está reservado para situaciones específicas, como en embarazadas con infección primaria. Los fármacos antivirales utilizados en esos casos incluyen principios activos como ganciclovir, valganciclovir, cidofovir, foscarnet, y más recientemente maribavir y letermovir.
Desde la farmacia comunitaria, el farmacéutico puede ayudar en varias áreas:
- Dispensación informada: asegurando un uso correcto de los medicamentos, informando de contraindicaciones y posibles interacciones. Por ejemplo, el paracetamol debe evitarse en pacientes con enfermedad hepática grave, y el ibuprofeno requiere especial precaución en combinación con anticoagulanteso ácido acetilsalicílico.
- Educación sanitaria: aclarando conceptos erróneos, como el uso de antibióticos en infecciones víricas, y ofreciendo información fiable sobre cómo es la evolución normal de la enfermedad.
- Prevención secundaria: recomendando un reposo relativo durante al menos dos semanas tras la fase aguda, con el objetivo de prevenir complicaciones.
Medidas de prevención y promoción de la salud
Aunque la prevención total del contagio es complicada, el farmacéutico puede promover prácticas higiénicas básicas como el lavado frecuente de manos, evitar compartir vasos o utensilios, y cubrirse la boca al estornudar o toser. Estas recomendaciones, aunque sean muy generales, ayudan a reducir el riesgo de transmisión no solo del virus de Epstein-Barr o citomegalovirus, sino también de muchas otras infecciones respiratorias.
Además, el conocimiento experto del farmacéutico sobre microbiología y salud pública le convierte en un agente clave en la educación sanitaria de la población, tanto para resolver dudas como para combatir desinformaciones frecuentes en torno a esta enfermedad.