Así afecta el verano a la salud cardiovascular
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Así afecta el verano a la salud cardiovascular
A pesar de ser un periodo vacacional, el aumento del consumo de alcohol, los excesos alimenticios o la falta de actividad física pueden convertirse en desencadenantes cardiovasculares.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 08 agosto 2025
Verano, vacaciones y… excesos. Estos últimos pueden desencadenar problemas cardiovasculares. El merecido parón para tomarse un descanso también conlleva la interrupción de rutinas saludables, como la práctica de ejercicio físico o una dieta sana. Durante unas semanas, cambiamos esos hábitos por otros, generalmente con un mayor consumo de alcohol o los excesos a la hora de comer.
El periodo estival, debido a las altas temperaturas, propicia más deshidratación y, con ella, la pérdida de electrolitos esenciales (sodio y potasio), según detalla la Fundación Epic, centrada en aportar conocimiento sobre las enfermedades cardiovasculares. La deshidratación severa producto del calor intenso puede llevar a arritmias cardíacas en los peores escenarios de carácter grave o incluso mortal.
Si bien cualquier persona puede padecer estas afecciones, los efectos de las altas temperaturas se multiplican en colectivos vulnerables (niños, mayores y personas inmunocomprometidas) así como pacientes cardiovasculares o polimedicados. Ciertos medicamentos pueden afectar al balance de líquidos en el cuerpo. Junto a estos potenciales efectos se incluye también la vasodilatación producida por el calor, lo que disminuye la presión arterial y, en los casos más extremos, acelera el ritmo cardíaco pudiendo producirse pérdida de conocimiento.
Los colectivos especialmente vulnerables, como menores, mayores y personas con antecedentes cardiovasculares o polimedicadas, los más delicados ante las altas temperaturas
En este sentido, desde la fundación hacen énfasis en la importancia de detectar los síntomas que puedan indicar un evento cardiaco inminente. Entre ellos, cabe mencionar la sensación de malestar general, una fatiga inexplicable, dificultad para respirar, sentir dolor en el pecho y sudoración fría. Además, palpitaciones, inestabilidad, mareos o pérdida de conocimiento son señales inequívocas de alarma.
Si suceden, se ha de acudir inmediatamente a urgencias, incluso si la persona que los experimenta es sana. Más aún cuando el paciente ya tiene antecedentes cardiovasculares. En cualquiera de los casos, la asistencia médica es prioritaria si se puede por su propio pie o, si no, llamando a emergencias al notar un dolor precordial intenso o pérdida de conciencia.
Hábitos perjudiciales
Los expertos de Epic explican que detrás de este cambio de hábitos que deterioran la salud cardiovascular están, entre otros, la disminución en el consumo de agua y el aumento en la ingesta de bebidas alcohólicas, que propician la deshidratación. De hecho, las bebidas espirituosas son desencadenantes de fibrilación auricular (en especial, arritmias), además de incrementar la presión arterial.
Al mismo tiempo, se tiende a comer más alimentos menos saludables. Esto propicia un cambio en los niveles de lípidos en sangre y la retención de líquidos por el exceso de sal, elementos clave para el sobrepeso y la hipertensión. Sin olvidar tampoco que se deja de lado la actividad física habitual, en algunos casos combinada con el sedentarismo. Un cóctel ideal para estados protrombóticos y la aparición de eventos cardiovasculares.
Recomendaciones expertas
Para atenuar o disminuir ese potencial riesgo en personas sanas o con antecedentes cardiovasculares, hay una serie de hábitos a tener en cuenta: el más básico es evitar la exposición o el ejercicio en las peores horas de sol, cuando el calor es más intenso (esto es, desde poco antes del mediodía y hasta el atardecer).
En la medida de lo posible, no fumar ni consumir alcohol y tratar de mantener una alimentación equilibrada, ligera (las digestiones pesadas y el calor son perjudiciales para nuestra salud cardiovascular) y con una importante presencia de frutas, verduras y pescado azul, además de baja en sal.
Beber agua de manera continuada a lo largo del día y en pequeñas cantidades, aunque no se tenga sed, favorece la correcta hidratación. Al contrario que las bebidas azucaradas, que propician una mayor sensación de sed y deshidratan debido a su alto contenido en azúcar. Por otro lado, las duchas cortas con agua templada o fría ayudan a mitigar esa percepción generada por el calor e hidratan.
Además, para las personas que tomen algún tipo de medicación, en especial diuréticos o tratamientos para la hipertensión o insuficiencia cardiaca, es importante que antes de marcharse consulten con su médico o farmacéutico antes de realizar cambios, ya que el calor puede obligar a realizar pequeños ajustes.