Atrás Colesterol “bueno” y “malo”: cómo explicar la diferencia al paciente desde la farmacia

Colesterol “bueno” y “malo”: cómo explicar la diferencia al paciente desde la farmacia

Muchos pacientes conocen los dos tipos de colesterol, pero pocos saben qué significa realmente cada uno. Desde la farmacia, se puede traducir estos conceptos y ayudarles a entender su impacto en la salud.

Colesterol HDL y LDL

Escrito porRedacción MF

Publicado: 04 diciembre 2025

El colesterol es uno de los parámetros más consultados en el mostrador de las farmacias. Aunque la mayoría de los pacientes ha oído hablar del “bueno” y el “malo”, todavía siguen existiendo dudas a la hora de interpretar los resultados de las analíticas médicas. En este punto es donde el farmacéutico puede ayudar a comprender qué significa realmente cada valor y cómo gestionarlo.

El colesterol es una molécula grasa imprescindible para el organismo que participa en la producción de hormonas, vitamina D y ácidos biliares, además de formar parte de las membranas celulares.

Sin embargo, para poder circular por el torrente sanguíneo necesita transportarse mediante lipoproteínas, y aquí es donde se diferencian los distintos tipos.

LDL: el llamado “colesterol malo”

El colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad) es el que popularmente se denomina “colesterol malo”. Su función es transportar el colesterol desde el hígado hacia los tejidos. Cuando sus niveles son altos, el LDL tiende a acumularse en las paredes de las arterias, lo que favorece la formación de placas de ateroma. Con el paso del tiempo, este proceso puede hacer que se estrechen los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de:

  • Enfermedades cardiovasculares.
  • Infarto de miocardio.
  • Ictus.
  • Enfermedad arterial periférica.

Para trasladárselo al paciente, se puede utilizar una metáfora: imagina que el LDL es un camión que lleva colesterol por la sangre y, cuando hay demasiados camiones circulando por una vía, algunos se quedan ‘aparcados’ a los lados, formando atascos que pueden llegar a bloquearlas.

HDL: el “colesterol bueno”

El HDL (lipoproteína de alta densidad) actúa de forma opuesta al LDL. Su función es recoger el exceso de colesterol que pudiese haber en los tejidos y llevarlo de vuelta al hígado para proceder a su eliminación. Por eso es considerado como beneficioso para la salud, ya que tener niveles altos de HDL está asociado a un menor riesgo de problemas cardiovasculares.

Al paciente se le puede indicar que el HDL funciona como un río que arrastra el exceso de colesterol hacia el hígado para ser eliminado. Entonces, cuanto más caudaloso sea el río, más limpia se mantendrá la sangre y más se reducirá las posibilidades de cardiopatías y otros problemas de salud.

Triglicéridos: el olvidado que también importa

Aunque el foco suele estar en LDL y HDL, conviene recordar al paciente la importancia de mantener los triglicéridos en valores normales. Su exceso puede potenciar el riesgo cardiovascular, especialmente cuando se suma a LDL elevado o HDL bajo.

Se debe recordar a los pacientes que los valores pueden variar en función de su riesgo cardiovascular y los criterios clínicos Entre los rangos orientativos que el farmacéutico puede ayudar a interpretar se encuentran:

  • LDL: lo ideal suele ser mantenerlo por debajo de 100 mg/dL en población general. En los casos de pacientes de riesgo, el objetivo es menor.
  • HDL: por encima de 40 mg/dL en hombres y 50 mg/dL en mujeres.
  • Triglicéridos: por debajo de 150 mg/dL.

¿Por qué algunos pacientes tienen colesterol alto aunque coman “bien”?

El hecho de que algunas pacientes se alimenten de manera adecuada y, aún así, tengan el colesterol alto es un punto frecuente de consulta. Esto puede deberse a lo siguiente:

  • Influencia genética, como hipercolesterolemia familiar.
  • Sedentarismo, ya que fomenta la acumulación de grasa.
  • Sobrepeso o circunferencia abdominal elevada.
  • Tabaquismo, que provoca una reducción de los niveles de HDL.
  • Estrés y falta de sueño.
  • Enfermedades como diabetes o hipotiroidismo.
  • Algunos medicamentos (corticoides, antipsicóticos, etc.).

Recomendaciones clave desde la farmacia

  • Priorizar grasas saludables, como aceite de oliva virgen extra, frutos secos o aguacate.
  • Reducir grasas saturadas y evitar grasas trans.
  • Aumentar fibra soluble, por ejemplo, avena, frutas o legumbres.
  • Fomentar actividad física regular, ya que ayuda a elevar el HDL.
  • Evitar tabaco y limitar alcohol.
  • Controlar peso y perímetro abdominal.

Papel del farmacéutico en la adherencia al tratamiento

Muchos pacientes acaban abandonando el tratamiento con estatinas u otros medicamentos para el colesterol por miedo, por desconocimiento o por haber leído información alarmista. En este contexto, el farmacéutico puede ser clave, dando información profesional sobre el tema

Desde el mostrador se puede explicar la importancia de mantener el tratamiento incluso cuando el paciente dice sentirse bien, resolver dudas sobre efectos adversos de los medicamentos diferenciando los reales de los mitos y reforzar la adherencia, especialmente en pacientes polimedicados. 

Además, puede detectar posibles interacciones, comprobar que el paciente sigue la dosis correcta y, cuando el médico lo indique, recomendar complementos como fitosteroles u omega-3.