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Cómo pueden ayudar los farmacéuticos en el abordaje de la hipertensión

En España, la hipertensión afecta al 33% de adultos entre 30 y 79 años. Los farmacéuticos desempeñan un papel clave en la detección y seguimiento, ofreciendo tanto consejos de estilo de vida como información sobre medicamentos.

Tensiómetro

Escrito porRedacción MF

Publicado: 17 mayo 2024

Según datos de la Revista Española de Cardiología, en el año 2019 el 33% de los adultos entre 30 y 79 años en España eran hipertensos, de los cuales el 68% estaba diagnosticado y el 57% tenían un tratamiento farmacológico. Además, estiman que unas 46.000 muertes cardiovasculares se deben a problemas de hipertensión cada año.

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes arteriales del corazón y se mide con dos cifras: la presión sistólica, que es la fuerza cuando el corazón se contrae, y la presión diastólica, que mide la fuerza cuando el músculo cardiaco se relaja. Tener una presión arterial alta, lo que se conoce como hipertensión, hace que el corazón tenga que trabajar más para bombear sangre, lo que puede provocar problemas graves como insuficiencia cardiaca y aumentar el riesgo de sufrir infartos de miocardio, ictus y demencia vascular.

Detectar y promover la adherencia al tratamiento, papel de los farmacéuticos

Los farmacéuticos son los profesionales sanitarios de primera línea, pues son los más accesibles y cercanos a la población. Por ello, son agentes clave para la detección y seguimiento de la hipertensión, midiendo la presión sanguínea, asesorando y estudiando otros posibles factores de riesgo en pacientes con este problema médico. 

Además, en la farmacia se puede identificar a pacientes con un perfil de riesgo de trastornos cardiovasculares que podrían tener hipertensión sin diagnosticar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) estos son algunos de los síntomas ante los que hay que estar atentos: 

  • Dolor en el pecho.
  • Dolor intenso en la cabeza.
  • Dificultad para respirar.
  • Mareos.
  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Ansiedad.
  • Cambios en la visión o visión borrosa.

Los cambios en los estilos de vida pueden ser tan efectivos como los medicamentos

En ocasiones, cambiar los estilos de vida puede suponer un cambio tan notable como el que se obtiene de tratamientos farmacológicos. Por ello, desde la oficina de farmacia se pueden dar algunas recomendaciones para cambiar los hábitos diarios que pueden fomentar la hipertensión arterial. Algunos de ellos pueden ser:

  • Reducir el consumo excesivo de sal.
  • Incrementar la ingesta de frutas y hortalizas.
  • Evitar el sedentarismo realizando al menos 30 minutos de actividad física diaria.
  • Dietas bajas en grasas saturadas y grasas trans.
  • Evitar el consumo de alcohol y tabaco.
  • Mantener un peso saludable.
  • Dormir entre 7 y 9 horas cada noche.
  • Mantener unos niveles moderados de estrés.

Si aun siguiendo estas recomendaciones no se consigue un cambio notable en la presión arterial, se necesitará un tratamiento farmacológico pautado por un médico, como pueden ser los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA), que relajan los vasos sanguíneos y reducen la presión sanguínea.

Los farmacéuticos deben informar al paciente de que algunos medicamentos pueden interferir de manera directa en la presión arterial, como son corticosteroides orales, los descongestivos orales y nasales, los anticonceptivos orales y los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que, tomados de manera sostenida en el tiempo, pueden suponer graves riesgos para pacientes con hipertensión. 

Además, los farmacéuticos también son claves para mejorar la adherencia a los tratamientos, haciendo un seguimiento del paciente para asegurarse de que siempre tengan los medicamentos prescritos disponibles en sus casas y respondiendo cualquier duda que les pueda surgir.