El impacto de los antibióticos en la microbiota intestinal adulta
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El impacto de los antibióticos en la microbiota intestinal adulta
Los antibióticos son claves para tratar infecciones pero también pueden alterar la microbiota intestinal adulta. Descubre cómo estos fármacos afectan al ecosistema intestinal y qué papel puede desempeñar el farmacéutico en su protección y recuperación.

Escrito porRedacción MF
Publicado: 12 mayo 2025
Los antibióticos son un gran aliado a la hora de combatir infecciones, sin embargo, su uso continuado ha demostrado que puede tener efectos adversos importantes. Uno de los mayores daños se produce en la microbiota intestinal, un ecosistema microbiano presente en el sistema digestivo. Conocer cómo puede afectarnos estos medicamentos es clave para optimizar su uso, prevenir complicaciones y promover estrategias de recuperación intestinal desde la farmacia.
El efecto de los antibióticos sobre la flora intestinal
La microbiota intestinal humana está compuesta por billones de microorganismos que conviven en simbiosis con la persona. Se estima que en el intestino adulto viven más de 100.000 millones de bacterias por gramo de contenido intestinal, pertenecientes a más de 1.000 especies distintas. Este conjunto de microbios tienen una serie de funciones importantes para el organismo, como el metabolismo de nutrientes, la producción de vitaminas, la regulación inmunológica, y la protección frente a patógenos.
Aunque los antibióticos están diseñados para eliminar las bacterias patógenas, su acción no es capaz de diferenciar completamente entre estas y las buenas. Estudios recientes han demostrado que incluso tratamientos cortos de pocos días podrían llegar a alterar de manera importante la composición y diversidad de la microbiota intestinal.
Las principales consecuencias del uso de antibióticos en adultos incluyen:
- Reducción de la diversidad bacteriana: La pérdida de especies clave, como Lactobacillus y Bifidobacterium, puede poner en riesgo la correcta funcionalidad del ecosistema intestinal.
- Proliferación de bacterias resistentes: Al eliminar competencia, los antibióticos ayudan en el crecimiento de cepas resistentes, que pueden provocar infecciones recurrentes o complicadas.
- Síntomas digestivos: Gases, diarrea y dolor abdominal son frecuentes durante y tras el tratamiento antibiótico, con especial incidencia en la diarrea asociada a Clostridioides difficile.
- Alteración del eje intestino-cerebro: Aunque aún se investiga, hay evidencia emergente que vincula cambios en la microbiota con trastornos del estado de ánimo, ansiedad o incluso deterioro cognitivo leve.
La resiliencia de la microbiota intestinal depende de múltiples factores como la edad, dieta, estado inmunológico y tipo de antibiótico utilizado. Mientras algunos antibióticos de espectro estrecho causan alteraciones reversibles en semanas, otros como la clindamicina, cefalosporinas o fluoroquinolonas pueden inducir desequilibrios persistentes durante meses. Incluso después de haber finalizado el tratamiento, algunas especies bacterianas no logran recuperarse por completo sin intervención.
El papel del farmacéutico en la protección de la microbiota
El farmacéutico puede ser un agente sanitario de gran ayuda en el cuidado de la salud intestinal, dando recomendaciones e información sobre la microbiota intestinal. Para ello, desde el mostrador se puede:
- Promocionar del uso racional de antibióticos: El consejo farmacéutico debe estar alineado con las guías de uso prudente de antimicrobianos. Algunos de los pilares fundamentales son evitar la automedicación, informar sobre la duración adecuada del tratamiento y reforzar la adherencia.
- Asesorar en el uso de probióticos: La toma de probióticos durante y tras el tratamiento antibiótico ha demostrado buenos resultados en la prevención de la diarrea asociada y en la restauración de la microbiota. Cepas como Saccharomyces boulardii, Lactobacillus rhamnosus GG y Bifidobacterium longum destacan por su eficacia.
- Hacer un seguimiento personalizado: El farmacéutico puede colaborar con el resto del equipo sanitario en la identificación de pacientes con mayor riesgo de disbiosis (alteración en la microbiota), como ancianos, inmunodeprimidos o polimedicados, y en el diseño de estrategias de recuperación, incluyendo pautas dietéticas ricas en prebióticos (fibra fermentable, inulina) y polifenoles.