Atrás La salud mental pide paso: así pueden ayudar las farmacias a frenar la ‘nueva pandemia’

La salud mental pide paso: así pueden ayudar las farmacias a frenar la ‘nueva pandemia’

El rol del farmacéutico es clave en la prevención de enfermedades mentales así como en la optimización de la medicación y la respuesta a las crisis.

La salud mental pide paso: así pueden ayudar las farmacias para frenar la ‘nueva pandemia’

Escrito porRedacción MF

Publicado: 14 noviembre 2022

Hasta hace poco, solo se consideraban las enfermedades y los problemas físicos como problemas de salud, dejando todo lo que engloba la salud mental en un segundo plano. No obstante, los datos demuestran su verdadera importancia: 450 millones de personas en el mundo sufren problemas de salud mental y entre el 35 % y el 50 % no recibe tratamiento, según la Confederación de Salud Mental España.

Los farmacéuticos comunitarios, siendo un colectivo profesional con un trato muy cercano y directo con los pacientes, pueden brindar un apoyo clave en este ámbito. Por ello, la Federación Farmacéutica Internacional (FIP) ha publicado dos nuevos manuales para ayudar a los boticarios a proporcionar servicios de salud mental "muy necesarios". Se trata de “Cuidado de la salud mental: un manual para farmacéuticos” y “Guía de referencia de conocimientos y habilidades para el desarrollo profesional en el cuidado de la salud mental”.

Los manuales tienen como objetivo apoyar la práctica farmacéutica, presentando las muchas acciones potenciales que estos profesionales pueden realizar, desde la prevención de enfermedades mentales y la detección de signos hasta la optimización de la medicación y la respuesta a las crisis de salud mental.

Campañas contra el estigma social

La guía define los conocimientos y habilidades que los farmacéuticos deben adquirir para brindar dichos servicios. Se hace referencia a la figura del boticario como una pieza fundamental en los equipos multidisciplinarios, para ayudar a detectar, hacer un seguimiento y mejorar la calidad de vida ante cualquier trastorno: ansiedad, alimentario, depresión, obsesivo-compulsivo, adicción por sustancias, trastorno bipolar, esquizofrenia, neurodesarrollo en niños, etc.

Más allá de la optimización de la terapia con medicamentos, su dispensación y suministro de información, desde la farmacia comunitaria se puede, también, diseñar campañas contra el estigma social que conllevan las enfermedades mentales.

Asimismo, la FIP pone en valor que el boticario brinde consejos y talleres sobre la importancia del autocuidado, un factor clave en la salud mental, educando al paciente sobre la necesidad de una alimentación saludable, la actividad física, métodos de relajación y meditación, o el abandono del tabaco y el alcohol. Los farmacéuticos cuentan con herramientas propias de la profesión, como la entrevista motivacional, que puede acompañar al paciente en un cambio de comportamiento positivo. 

Por otra parte, el boticario debería contar con una red profesional de referencia que facilite orientación adicional al paciente, incluyendo dietistas, psicólogos y grupos de apoyo que puedan ayudar a pacientes o cuidadores de personas con enfermedades mentales.

Cómo facilitar la adherencia

En consecuencia, el papel del farmacéutico es esencial en la detección temprana de problemas de salud mental y bienestar personal y gracias a la proximidad con el paciente es posible llevar un seguimiento que evalúe el éxito del tratamiento, que detecte nuevos signos o empeoramiento de la enfermedad, así como propiciar un ajuste de medicamentos cuando sea necesario.

Para que esta adherencia funcione, es imprescindible que el boticario tenga en cuenta las necesidades de cada paciente, así como los factores de riesgo asociados (aislamiento social, soledad, desempleo, migración…). Pero antes de llegar a este punto, la FIP insiste en la necesidad de construir una buena comunicación entre paciente y boticario, eliminando las barreras étnicas o culturales y realizando lo necesario para que las personas se sientan cómodas, sinceras y que continúen buscando atención profesional. 

Por último, la FIP señala que se debe brindar apoyo al paciente ante una recaída o empeoramiento de los síntomas existentes y recomienda crear estrategias para apoyar la adherencia al tratamiento, como técnicas de asesoramiento, entrevistas motivacionales, implementación de atención en equipo y empoderar a los pacientes sobre los beneficios del tratamiento.